Hospital Universitario La Moraleja Madrid

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Cáncer y Deporte

Capítulo 5. Nutrición en la prevención y tratamiento del cáncer

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El cáncer es la segunda causa de mortalidad en países desarrollados precedida por las enfermedades cardiovasculares.

Se calcula que casi un 30% de las muertes en España se deben a tumores.

Los factores de riesgo relacionados con la dieta y potencialmente modificables son:

  • La obesidad.
  • La ingesta reducida de frutas y verduras.
  • Falta de actividad física.
  • Consumo de alcohol y tabaco.

Se estima que una dieta a base de alimentos de origen vegetal (frutas, verduras, cereales no refinados, legumbres) podrían disminuir el riesgo de cáncer en un 11%.

Esta disminución podría llegar al 30- 40%, si a una adecuada alimentación se añade la actividad física y se evita el exceso de peso.

Hay que tener en cuenta, que la prevención no conlleva eliminar por completo determinados alimentos de la dieta, sino moderar su consumo.

No está demostrado que haya alimentos concretos (los mal llamados “superalimentos”) que por sí solos eviten el cáncer.

Se han realizado muchos estudios sobre la dieta y su asociación con el riesgo de cáncer. En el laboratorio y en los modelos animales hay evidencias de que algunos compuestos aislados, pueden ser cancerígenos o tener actividad contra el cáncer. Sin embargo, con pocas excepciones, los estudios en poblaciones humanas no han demostrado definitivamente estos resultados.

A continuación, se exponen algunos nutrientes, aditivos y componentes de la dieta estudiados:

El consumo de alcohol se ha relacionado con ciertos tumores (cavidad oral, faringe, laringe, esófago, estómago, mama, hígado e intestino).

Según las directrices internacionales una bebida alcohólica estándar es aquella que contiene 14 gr de alcohol puro.

Esto equivale a:

  • 355 ml de cerveza (5%)
  • 148 ml de vino (12%)
  • 44 ml de licor (40%)

Se define como consumo moderado a la ingesta de una bebida máximo al día para mujeres y dos bebidas al día para los hombres.

El consumo excesivo de alcohol se define como la ingesta de cuatro o más bebidas en un día para mujeres y cinco o mas bebidas al día para los hombres.

El consumo moderado de alcohol eleva el riesgo de cáncer de cabeza y cuello (faringe, laringe y cavidad oral) entre 1,4 y 1,8 veces y el consumo excesivo entre 2,5 y 5 veces. Estas cifras son mayores si se asocia con tabaco.

El cáncer de esófago, es 1,3 veces mas frecuente en bebedores moderados y hasta cinco veces más frecuente en bebedores excesivos de alcohol.

El cáncer de hígado, es dos veces mas frecuente en consumidores excesivos de alcohol. Los tumores de colon y recto son hasta 1,5 veces más frecuentes en bebedores.

El riesgo de cáncer de mama, aumenta alrededor de un 7% en mujeres con ingestas de 10 gramos diarios de alcohol.

¿Puede el vino tinto prevenir el cáncer?

El compuesto resveratrol, que se encuentra en las uvas, se está investigando como factor protector de tumores. De momento, no se ha encontrado ninguna asociación entre el consumo de vino tinto y menor riesgo de tumores.

¿Cuándo disminuye el riego de tumores en exbebedores?

Se calcula que el riesgo de padecer tumores en consumidores excesivos disminuye a los 15-16 años, pero puede tardar en igualar al riesgo con no bebedores hasta 35 años.

Los radicales libres son componentes químicos altamente reactivos, que pueden causar daño celular (especialmente en el ADN) y juegan un papel importante en el cáncer. Las altas concentraciones de radicales libres, pueden ser causadas por radiaciones ionizantes y algunas toxinas del ambiente (humo de cigarrillos, metales y contaminación atmosférica)

Los antioxidantes, son compuestos químicos que interactúan con los radicales libres y los neutralizan. Están presentes en las frutas y verduras, tés, cereales y en algunos complementos dietéticos. Ejemplos de antioxidantes son los betacarotenos, licopenos, vitamina A , C y E y polifenoles.

Diversos estudios en animales, han coincidido en que la presencia de antioxidantes en altas concentraciones impide el daño celular provocado por los radicales libres. Por ahora, los estudios en humanos no han demostrado que los complementos con antioxidantes sean útiles en la prevención de cáncer.

La carne procesada, es aquella transformada mediante salazón, curación fermentación, ahumado y otros procesos para aumentar la conservación y mejorar el sabor.

Ejemplos de carnes procesadas son: salchichas, embutidos, carnes enlatadas, salsas y preparados que contengan carne como producto principal.

Las aminas heterocíclicas (AH) y los hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), son sustancias químicas que se forman al cocinar carnes de vacuno, cerdo, ave y pescados a altas temperaturas y mediante parrillas, planchas, sartén o fuego directo.

Las AH se forman cuando los aminoácidos (componentes de las proteínas) y los azúcares reaccionan a altas temperaturas. Los HAP se forman cuando la grasa y el jugo de la carne gotea y produce llamas y humo. Este humo contiene HAP que se adhiere a la superficie de la carne. También se producen durante el proceso de ahumado.

La AH y los HAP inducen mutaciones en el ADN celular en experimentos de laboratorio y pueden aumentar el riesgo de cáncer en animales. Los estudios en humanos no han sido concluyentes.

No obstante, se recomienda evitar la exposición de la carne directamente a las llamas o a superficies metálicas durante periodos prolongados, voltearla continuamente, evitar las zonas quemadas y no utilizar el jugo de la carne para hacer salsas.

El consumo elevado de carnes rojas y procesadas se ha relacionado con mayor riesgo de cáncer sobre todo colo-rectal y en otras localizaciones.

El mecanismo se desconoce, aunque parece que el contenido de hierro y el método de preparación podrían influir.

Se recomienda limitar el consumo de carne roja a dos veces en semana como máximo y no abusar de las carnes procesadas.

El consumo de alimentos muy calientes (sopas, caldos...) parece que guarda relación con el cáncer de esófago por lo que se recomienda tomar los alimentos a menos temperatura.

La dieta mediterránea, se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, cereales, legumbres, pescados y grasas insaturadas, fundamentalmente aceite de oliva, y menor consumo de lácteos y carnes.

Los efectos beneficiosos de esta dieta y las enfermedades cardiovasculares están ampliamente demostrados.

Desde hace años, hay datos de que en los países del sur de Europa, la incidencia de cáncer es menor que en el resto del continente y se ha atribuido a las características de la dieta.

Los mecanismos asociados a la prevención del cáncer se cree que están asociados a un mayor consumo de omega 3 y omega 6, elevado aporte de fibra, antioxidantes y polifenoles que se encuentran en frutas, verduras y aceite de oliva.

Las plantas crucíferas (coles, repollo, coliflor, brócoli…) son ricas en carotenos y vitamina C. En ensayos animales disminuyen la formación de tumores. Diversos estudios han evaluado la relación entre el consumo de estas plantas y el riesgo de cáncer de próstata, colo-rectal, mama y pulmón de momento con datos no concluyentes.

La dieta vegetariana se caracteriza por la supresión de carnes y pescados, pero incluye lácteos y huevos.

Las dietas veganas excluyen todos los productos de origen animal.

Los estudios realizados hasta ahora han demostrado una protección de las dietas vegetarianas frente a enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Las dietas veganas parecen asociarse también con menor incidencia de cáncer.

Hay que interpretar con precaución los resultados debido al escaso número de estudios, tamaño pequeño de las muestras y poco tiempo de seguimiento.

El exceso de sal en la dieta, está relacionado con mayores índices de hipertensión arterial, enfermedades cardiovasculares y alteraciones renales.

Los estudios han demostrado que, el consumo elevado y habitual de sal, se asocia a un 68% más de riesgo de cáncer gástrico frente al consumo bajo de sal.

Los países con mayor consumo de pescados en salazón (Japón) tienen mayor incidencia de cáncer gástrico.

Los mecanismos no se conocen, pero parece que el exceso de sal daña la mucosa gástrica produciendo un aumento de la colonización por helicobacter pylori, factor de riesgo conocido para el cáncer gástrico.

Recomendaciones:

  • No consumir mas de 5/6 gramos de sal al día.
  • Evitar alimentos conservados en salazón o salmuera.
  • Evitar el consumo de alimentos procesados.
La vitamina D, es importante para mantener los huesos sanos. Se obtiene de la exposición solar, de algunos alimentos (pescados azules, huevos) y de los suplementos dietéticos.

Las dosis diarias recomendadas son de unas 600 UI para los adultos y 800 U.I. para los ancianos.

El exceso de vitamina D puede ser tóxica y aumentar las concentraciones de calcio en sangre y en algunos órganos por lo que no se deben administrar suplementos sin control de los niveles plasmáticos.

Algunos estudios han relacionado el consumo o las dosis más altas de vitamina D con una menor incidencia de cáncer colo-rectal y de mama, pero todavía no hay resultados concluyentes.

En cuanto al consumo de suplementos de calcio y soja no hay estudios concluyentes.

Se estima que un 30% de la población adulta en países desarrollados es obesa. Esta característica en no fumadores es el factor de riesgo carcinogénico más prevalente.

Hay evidencias convincentes de la relación entre la obesidad y el cáncer de esófago (adenocarcinoma), páncreas, cáncer colo-rectal, endometrio, riñón y cáncer de mama, en mujeres postmenopáusicas.

El paciente obeso tiene mayor frecuencia de reflujo gastroesofágico, con lo que aumenta la incidencia de esófago de Barret, factor que predispone al adenocarcinoma de esófago.

Los mecanismos moleculares que explican la asociación obesidad-cáncer se desconocen, pero se postulan varios:

  • La obesidad induce un estado de inflamación y estrés oxidativo crónico.
  • El tejido adiposo (especialmente la grasa visceral) segrega factores de crecimiento como leptina y adiponectina que son mediadores de vías inflamatorias e inmunes que podrían influir en la carcinogénesis.
  • El tejido adiposo aumenta los esteroides sexuales.
  • El sobrepeso, la falta de actividad física y los malos hábitos dietéticos incrementan los niveles de insulina y aumentan los niveles de IGF-1 (factor de crecimiento relacionado con la proliferación celular).

Además, el manejo de los tratamientos en pacientes obesos es más complejo, por la dificultad para localizar ciertas lesiones y la mayor tasa de complicaciones en la cirugía (tromboembolismos, infecciones, peor cicatrización y mayor estancia hospitalaria).

Los cambios en el estilo de vida (aumento de actividad física y cambios en la dieta) que conllevan pérdidas de peso mantenidas entre un 5-10% disminuyen la incidencia de tumores, evitan las recidivas y mejoran los resultados de los tratamientos oncológicos.

Mantener un buen estado nutritivo es importante en cualquier momento de la vida.

La dieta es una parte importante en el tratamiento del cáncer. Llevar a cabo una dieta equilibrada y variada tiene como objetivo principal sentirse mejor y poder afrontar los diferentes tratamientos con mayor fortaleza.

Los objetivos son:

  1. Evitar la desnutrición por falta de aporte de nutrientes.
  2. Mejorar la tolerancia al tratamiento.
  3. Mejorar la calidad de vida del paciente.

Se deben comer todos los grupos de alimentos, aportando así al organismo todos los nutrientes necesarios para mantener las funciones y aportar la energía necesaria diariamente.

La dieta debe ser suficiente y variada, cocinada de forma sencilla y que incluya 4-5 comidas al día:

  • Féculas (hidratos de carbono): pastas, arroces, legumbres, pan, pasta, arroz... La función que desempeñan estos nutrientes en nuestro organismo es proporcionar la energía.
  • Proteínas: carne, pescado, huevos, legumbres...
  • Lácteos: leche y derivados.
  • Grasas: aceites y frutos secos.

Hay que tomar con frecuencia platos con 3 o más alimentos de los diferentes grupos. Una manera fácil de conseguir esto es mediante guisos y potajes.

Se recomiendan seguir unos hábitos de vida saludable e higiénicos:

  • Cuidar la higiene bucal. Es importante hacer un buen cepillado de encías y lengua después de las comidas.
  • Realizar diariamente una actividad física de intensidad media-moderada según las posibilidades, como caminar o realizar actividades domésticas ligeras.
  • No fumar.
  • No tomar bebidas alcohólicas (a no ser que su médico se lo permita)
  • Procure mantener el horario de sueño habitual. Se recomienda descansar después de las sesiones o del ejercicio si lo precisa.
  • Vigilar el peso (una vez a la semana), siempre en la misma báscula, con la misma ropa y calzado y a la misma hora.
  • Consultar en caso pérdidas de peso mayores de 0,5 Kg a la semana

Cuando un paciente pierde peso, a pesar de todas las modificaciones de la dieta, es necesario recurrir a algún método de alimentación artificial preferiblemente a través del tubo digestivo.

Efectos secundarios de los tratamientos

Cada persona reacciona al tratamiento de forma diferente. Hay personas que son más propensas a padecer efectos secundarios y otras presentan muy pocos.

Esto puede dar lugar a llevar una alimentación inadecuada por un déficit de alimentos o por una mala elección de éstos.

Si la alimentación no es buena, la sensación de debilidad, cansancio y respuesta al tratamiento se verá afectada.

Algunos de los efectos secundarios relacionados con la alimentación son:

El apetito puede disminuir por la enfermedad, por el tratamiento o por la preocupación que tiene debido a las causas anteriores.

Las recomendaciones generales son:

  • Comer despacio y masticar bien los alimentos.
  • Hacer comidas pequeñas pero frecuentes (de 6 a 10 comidas/día).
  • Comer más cantidad a la hora que tenga más apetito.
  • Tomar con mayor frecuencia los alimentos que más le apetezcan.
  • Seleccionar alimentos que sean de fácil masticación y de fácil digestión.
  • Tomar las grasas en crudo, repartidas a lo largo del día y en pequeñas cantidades, para no sentirse lleno y no tener digestiones pesadas.
  • Entre las comidas principales tomar frutas (enteras, batidas o con lácteos desnatados)
  • Procurar variar los alimentos y las maneras de cocinarlos.
  • Evitar beber líquidos durante las comidas, ya que le harán sentirse saciado muy rápido y limitará la ingesta de otros alimentos. No nos debemos olvidar de la importancia de la hidratación, debemos beber a lo largo del día entre 2-2,5.
  • Las frutas y frutos ácidos suelen estimular el apetito, por lo que se pueden tomar limonadas o zumo de naranja para ir ”abriendo boca”.

Consejos para enriquecer la dieta:

  • Añadir quesitos, queso seco, nata, nueces, frutos secos triturados, picatostes, clara de huevo a las sopas o cremas.
  • Diluir las cremas con leche o nata en lugar de con agua o caldo.
  • Añadir en los postres miel, caramelo líquido, frutos secos, leche condensada, chocolate....

Evitar:

  • Quedarse sin desayunar, si se levanta tarde, desayune en la cama.
  • Dejar de tomar alguna comida si tiene que salir, llévese el alimento para poder tomarlo a su hora.
  • Pasar más de 4 horas sin comer.
  • Llenar el estómago con líquidos durante las comidas, antes o inmediatamente después.
Es un efecto secundario muy frecuente, relacionado con el tratamiento al que se somete.

La consecuencia suele ser disminución de los sabores o, al contrario, sabores muy potenciados.

También es muy frecuente tener un regusto metálico y amargo, que sucede especialmente con algunos alimentos como la carne roja. Esto lleva a evitar ciertas comidas induciendo pérdida de peso.

La aversión a alimentos específicos, puede ser una conducta condicionada por síntomas inducidos por ellos como la disfagia, dolor o digestiones pesadas.

Este síntoma puede requerir eliminar la carne de la dieta, especialmente las carnes rojas y sustituirlas por otras como pollo, pavo, jamón cocido, o bien alimentos ricos en proteínas como pescado, huevo y especialmente productos lácteos que son menos rechazados.

El sentido del gusto volverá, en la mayoría de los casos, total o parcialmente a la normalidad.

Para evitar esta molestia se recomienda:

  • Escoger comidas con buena apariencia y olor.
  • Si el olor de la comida molesta mucho, optar por comprar comida preparada o pedir a alguien que prepare la comida.
  • Los alimentos a temperatura ambiente o fríos desprenden menos olor.
  • Sustituir las carnes rojas por otros alimentos proteicos como las carnes blancas, huevos, legumbres y pescado.
  • Hacer cocciones lentas y con agua o caldo, ya que de esta forma se desprende menos olor que si cocinamos a la plancha o a la parrilla.
  • Evitar cocinar alimentos muy olorosos como las coles, espárragos y ciertos pescados.
  • Intentar enmascarar los alimentos poco apetecibles, como carnes y pescados en purés o cremas, así disimulamos el olor y el sabor.
  • El regusto metálico puede minimizarse utilizando cubiertos de plástico o madera.
  • Beber 2-3 litros de agua al día. Se puede añadir zumo de limón para mejorar el sabor.
  • Mantener una buena higiene bucal. Realizar enjuagues para evitar los regustos desagradables.
  • Macerar las carnes y pescados con zumos de frutas, limón, vino, especias...es una buena opción para tomar los alimentos que normalmente son rechazados.
  • Evitar servir la comida en recipientes cerrados, porque desprenden mucho aroma al abrirlos.
  • Dependiendo del patrón de rechazo a alimentos específicos en la dieta del paciente, se debe prescribir un suplemento que complete el aporte de nutrientes.
La xerostomía tras la radioterapia se produce por atrofia de las glándulas salivares y se caracteriza por una disminución en la producción de saliva. Se hace escasa, adherente, viscosa e ineficaz para ayudar a la lubricación de los alimentos durante la masticación.

Consejos:

  • Evitar alimentos secos y fibrosos (galletas, frutos secos, biscotes).
  • Tomar alimentos líquidos y blandos (flan, helado, pudding, zumos, cremas, guisos, sopas).
  • Para humedecer los alimentos se pueden mezclar con salsas, caldo, mantequilla...
  • Evitar alimentos aceitosos y espesos, que lo que hacen es dar más sensación de pastosidad.
  • Probar tolerancia a la leche porque a veces su ingesta produce mayor pastosidad.
  • Se debe ingerir más cantidad de líquido. Tomar agua a pequeños sorbos para tragar con mayor facilidad.
  • Comer despacio, evitar bocados grandes.
  • Llevar siempre una botella de agua para humedecer la boca.
  • Humedecer los labios antes de comer.
  • Hacer ejercicios de masticación para mejorar la salivación.
  • Mantener una buena higiene bucal.

Trucos para potenciar la salivación:

  • Usar vinagre y zumo de limón para aliñar.
  • Potenciar, si no existe contraindicación, los alimentos dulces.
  • Realizar, unos 15 minutos antes de las comidas, enjuagues. Se preparan con una cucharada de zumo de limón diluido en un vaso de agua.
  • Si existe irritación de la mucosa bucal, realizar los enjuagues con infusiones de tomillo.
  • Deshacer trocitos de hielo en la boca.
  • Tomar caramelos y chicles.
La mucositis es el enrojecimiento, inflamación y ulceración de las estructuras intraorales de tejido blando y de la mucosa oral y esofágica producida por el tratamiento recibido. Suele ser una complicación frecuente del tratamiento con radioterapia de los tumores de cabeza y cuello.

La disfagia es la dificultad para tragar líquidos y/o sólidos debido a la alteración de las fases de deglución.

Para facilitar la alimentación cuando aparecen estos efectos se recomienda:

  • Hacer 5-6 comidas al día.
  • Hacer comidas más nutritivas y abundantes en los momentos en los que tenga menos dolor en la boca.
  • Tomar los alimentos a temperatura ambiente.
  • Comer despacio y trozos más pequeños de lo habitual.
  • Tomar alimentos que requieran poca masticación y que se traguen fácilmente.
  • Beber abundante agua a lo largo del día.
  • Mantener buena higiene bucal.
  • Utilizar gelatinas, aguas gelificadas o salsas más o menos espesas en función del tipo de disfagia
  • Evitar siempre los alimentos ácidos (tomate, vinagre, limón.), picantes, calientes o fríos.
  • Evitar alimentos secos, duros, ásperos, fritos, a la plancha.
  • Evitar tomar la piel del pollo o del pescado, frutas sin pelar y semillas.
  • Evitar tomar alimentos pegajosos.
  • No fumar ni beber alcohol, porque empeora la sequedad bucal y el dolor, y aumenta el riesgo de infección bucal.
Las náuseas y los vómitos pueden aparecer como consecuencia del tratamiento (especialmente quimioterapia o radioterapia), pero también pueden estar provocados por el estado de ansiedad que produce el tratamiento.

Los vómitos afectan con mayor frecuencia a mujeres jóvenes y a los pacientes con antecedentes de alcoholismo.

La relación entre el consumo de algunos alimentos y el efecto tóxico del tratamiento pueden condicionar rechazos adquiridos y condicionados frente a alimentos específicos que se asocian con la ansiedad, las náuseas y los vómitos que preceden a la quimioterapia de forma anticipada. Esta asociación afecta, no sólo, a alimentos nuevos, sino también a alimentos que se tomaban con regularidad antes de comenzar el tratamiento. Se puede evitar el rechazo a algunas comidas mediante la utilización sistemática de un mismo alimento o bebida antes de la quimioterapia o radioterapia, para concentrar, de esta forma, la aversión adquirida en un único alimento, evitando que este rechazo se establezca a otras comidas más importantes en la dieta del paciente.

Recomendaciones:

  • Comer poco, pero de forma frecuente, cada 2-3 horas es una buena opción.
  • Masticar bien la comida y comer despacio.
  • Intentar mantener un ambiente agradable y fresco durante las comidas.
  • No acostarse inmediatamente después de las comidas.
  • Usar ropa holgada, especialmente ropa que no oprima el abdomen.
  • Los alimentos deben estar más bien fríos que calientes.
  • Se deben utilizar cocciones ligeras: vapor, plancha, hervido, horno... disminuyendo las grasas y suprimiendo los fritos.
  • Tomar con preferencia alimentos secos, como pan tostado, galletas, helados, frutas, verduras cocidas.
  • Tomar líquidos entre comidas, preferiblemente fríos y a pequeños sorbos.
  • Infusiones de manzanilla, menta, anís, jengibre, azahar o hierba luisa después de las comidas ayudan a la digestión.
  • Dulces duros como los caramelos, pueden ayudarle a evitar regustos desagradables.

Desaconsejado:

  • Tomar alimentos ricos en grasa: carne de cerdo, de cordero, lácteos enteros...
  • Productos y frutos ácidos.
  • Mezclar alimentos fríos y calientes en la misma ingesta.
  • Beber durante las comidas.
  • Añadir picantes o tomar legumbres enteras. Son de difícil digestión.
  • Olores fuertes y desagradables.
  • Cocinar usted mismo si padece estos síntomas.
  • Comer en lugares con olores fuertes, penetrantes o desagradables a comida, pintura, perfumes...
  • Hacer comidas muy abundantes.
  • Tomar sus alimentos preferidos mientras pueda tener vómitos, ya que se crea un reflejo que le puede hacer vomitar este alimento durante mucho tiempo.

Consejos:

Si las náuseas o vómitos se presentan:

  • Por las mañanas: como opción de desayuno se recomiendan tomar alimentos secos como tostadas, galletas o cereales.
  • Durante la sesión de quimioterapia: evitar comer y beber durante las 2 horas anteriores al inicio de la sesión.
  • De forma repetida: no comer ni beber hasta que éstos se controlen. Después se iniciará la tolerancia con zumos no ácidos, infusiones, consomé, caldo de verduras en muy pequeñas cantidades (1-2 cucharadas), cada 10-15 minutos. Si la tolerancia es buena, debe introducir en pequeñas cantidades puré de patatas, verduras, galletas tipo “María”, tostadas. Finalmente se añade algo de carne blanca, ave o pescado blanco antes de volver a la dieta habitual.
Se puede producir por muchos factores, pero generalmente se debe a la combinación de varias causas, entra las que destacan:

  • La propia enfermedad.
  • Determinados agentes quimioterápicos.
  • La irradiación en la zona abdominal.

La diarrea se puede presentar en diferentes grados de intensidad, y según la gravedad de ésta, el médico marcará las pautas a seguir.

Es importante mantener una dieta progresiva.

El tratamiento de la diarrea por quimioterapia debe consistir en la ingestión de líquidos abundantes como la limonada alcalina (agua, 1 cucharada de azúcar, zumo de un limón, una punta de cuchillo de sal y otra de bicarbonato).

Si la diarrea es muy importante se puede utilizar “sueroral” para mantener la hidratación del paciente.

Consejos en caso de diarrea controlada:

  • Mantener una correcta hidratación. Durante los episodios de diarrea se pierden gran cantidad de agua y minerales como el sodio y el potasio. Se recomienda tomar: Agua, infusiones, bebidas isotónicas.
  • Caldos desgrasados y ligeros de arroz, zanahoria...
  • Zumos sin pulpa y poco azucarados (manzana, zanahoria), que deben tomarse diluidos en agua.
  • Una vez que los alimentos líquidos sean bien tolerados, debemos introducir los alimentos de fácil digestión: puré de manzana, puré de patata, puré de zanahoria, manzana rallada, arroz hervido, pescado blanco hervido, pollo hervido...
  • Iremos progresando a medida que las deposiciones disminuyan y mejoren. Podemos añadir galletas, membrillo, fruta cocida, tortilla francesa, huevo cocido...

Evitar:

  • Condimentos irritantes de la mucosa intestinal (pimienta, pimentón, nuez moscada).
  • Alimentos flatulentos como la col, coliflor, pepinos, cebolla, rábanos.
  • Alimentos grasos como el aguacate, aceitunas, frutos secos, carnes y embutidos grasos, pescado graso, pasteles...
  • Verduras y hortalizas crudas y la fruta fresca (excepto manzana rallada y plátano).
  • Café, chocolate y bebidas alcohólicas.
  • Productos integrales.
  • Lácteos y derivados.
Definido como menos de tres deposiciones a la semana.

No suele ser una complicación del cáncer, pero puede agravarse por distintos motivos:

  • Escasa ingesta de líquido.
  • Consumo deficiente de alimentos ricos en fibra.
  • Inactividad física o inmovilidad.
  • Determinados fármacos que tienen este efecto secundario.

Consejos:

  • Potenciar el consumo de alimentos ricos en fibra: cereales integrales, pan integral, salvado, verduras y frutas (con piel y frescas). Al aumentar el contenido de fibra se pueden producir más gases, para esto se pueden tomar infusiones digestivas de hierbas aromáticas de hinojo o de anís.
  • Usar preferentemente aceite de oliva, ayuda a lubricar el bolo fecal.
  • Evitar los condimentos fuertes y los picantes, como la guindilla o la pimienta.
  • Utilizar el caldo de cocción de las verduras.
  • Tomar los purés sin colar.
  • Beber mucha agua, entre 6-8 vasos.
  • Realizar una actividad física, como por ejemplo caminar.

Alteraciones alimentarias por efectos locales del tumor

La mayoría de los trastornos nutricionales se deben a tumores del tubo digestivo. El efecto más común es la obstrucción en algún punto del tracto digestivo, desde la boca y el esófago hasta el recto, provocando disfagia, vómitos y dolor abdominal.

Estos tumores presentan pérdida de peso y desnutrición por los trastornos deglutorios que impiden la ingesta normal. En todos los pacientes que han sufrido una pérdida de peso superior al 10%, se debe intentar un apoyo nutricional previo al tratamiento, bien sea con manipulación de la dieta, suplementos o dieta enteral.

Si el paciente no presenta disfagia, se debe intentar alimentación por vía oral con dieta hipercalórica e hiperproteica, por lo que se recomienda una dieta rica en legumbres huevos, yogur, queso, flan, natillas etc. Suelen tolerarse mejor que las carnes y los pescados.

Si por el contrario el paciente presenta disfagia, que es un efecto bastante frecuente, se puede recurrir al uso de espesantes, gelificantes y suplementos nutricionales específicos.

Si la disfagia es intenta es necesario recurrir a la alimentación por sonda nasogástrica.

En el momento del diagnóstico la desnutrición suele afectar al 90% de los pacientes.

La disfagia progresiva, primero para sólidos y después para líquidos, se ve acompañada con frecuencia de dolor, astenia y anorexia que contribuyen a limitar la ingesta y a desarrollar una desnutrición.

Se deben realizar todos los esfuerzos para mejorar el estado nutricional antes de la intervención, preferiblemente con la alimentación por vía oral y si no es posible con alimentación artificial.

En muchos casos la única opción a la alimentación oral es la dieta líquida y nutricionalmente completa, pero algunos pacientes experimentan un alivio sintomático de la disfagia que les permite alimentarse correctamente por boca. En estos últimos casos la dieta debe consistir en alimentos triturados, especialmente la carne y el pescado que se toleran peor, lo que puede hacer necesario complementar la dieta oral con algún suplemento proteico.

La quimioterapia y radioterapia pueden afectar a la mucosa esofágica produciendo pirosis y dolor retroesternal, disfagia y odinofagia, que limita o impiden la alimentación oral.

Los pacientes suelen presentar en el momento del diagnóstico una pérdida de peso y desnutrición, que requieren soporte nutricional antes de la cirugía. Con frecuencia la anorexia, los vómitos o las hemorragias digestivas dificultan la dieta oral y es necesario recurrir a la nutrición enteral o parenteral.
La anorexia, el dolor abdominal, las náuseas y vómitos son síntomas frecuentes que contribuyen a la pérdida de peso.

En principio la dieta debe ser rica en hidratos de carbono complejos, pero estos pueden ser mal tolerados si la insuficiencia pancreática es importante. Los carbohidratos simples pueden aumentar los síntomas de síndrome de Dumping o la hipoglucemia postprandial, por ello puede recurrirse a oligosacáridos de glucosa, pero siempre realizando controles de glucemia después de las comidas.

Cáncer de colon y recto

Estos pacientes no suelen experimentar pérdida de peso salvo en casos de carcinomatosis peritoneal o fístulas digestivas producidas por el tumor.

La resección de colon no se asocia a problemas nutricionales y solamente produce diarreas inicialmente, que mejoran posteriormente.

Conclusiones

  • Mantener una dieta equilibrada y variada, comiendo en la medida de lo posible de forma correcta.
  • Adaptar la alimentación a los diferentes estados en los que se encuentra el paciente (los especialistas en nutrición y su médico le pueden orientar).
  • Comer poca cantidad, pero de forma frecuente.
  • Intentar que las comidas sean completas.
  • Mantener siempre una buena hidratación (en especial en casos de náuseas, vómitos y diarreas).
  • Reducir la ingesta de líquidos en las comidas principales.
  • Los efectos secundarios son temporales y van desapareciendo con el tiempo.
  • Si se restringe la dieta por algún motivo, hay que ir reintroduciendo poco a poco, según mejoren los síntomas.
  • Si es necesario, enriquecer los platos.
  • Cuando la ingesta es limitada, los suplementos nutricionales serán una buena opción. Se le recomendará al paciente el que sea más indicado para cada situación.
  • Intentar hacer apetecible la comida, cuidar las presentaciones de los platos, los colores y los olores.

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