Hospital Universitario La Moraleja Madrid

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ESPECIALIDADES MÉDICAS ADULTAS Y PEDIÁTRICAS.

Cáncer de próstata

C�ncer de pr�stata

Cáncer de próstata

El cáncer de próstata puede manifestarse de distintas maneras y ser diagnosticado en diferentes etapas, por lo que cada caso, cada paciente, requiere de un tipo de atención especializada y de una solución acorde al problema que esté sufriendo. Se trata de un problema de salud que pone en riesgo la vida de quien lo sufre y que, detectado a tiempo, tiene muy buenas tasas de curación, por eso conviene saber todo lo necesario para prevenirlo, cómo diagnosticarlos y qué hacer en caso de sentir algún síntoma.

En el Hospital Universitario Sanitas La Moraleja contamos con el mejor equipo de urólogos y las mejores tecnologías para detectar el cáncer de próstata a tiempo y ponerle solución antes de que se convierta en un problema aún mayor.

Cáncer de próstata ¿qué es?

El cáncer de próstata es un tipo de cáncer que se desarrolla en la glándula prostática, que es una parte del sistema reproductor masculino. La próstata se encuentra debajo de la vejiga y delante del recto, y su principal función es producir el líquido seminal, que es parte del semen.

Este tipo de enfermedad de la próstata avanza despacio. Es decir, el cáncer de próstata es de desarrollo lento, pero implacable. Esto permite un gran índice de supervivencia entre los pacientes a los que se les haya diagnosticado pronto, sin que exista metástasis, de ahí la importancia de ponerse cuanto antes en manos del equipo de especialistas de Sanitas en el Hospital Universitario La Moraleja.

¿Qué síntomas del cáncer de próstata son los más frecuentes?

Para diagnosticar el cáncer de próstata y poder comenzar con el tratamiento más indicado en cada caso es necesario acudir a una consulta de confianza con buenos especialistas. Ahora bien, antes de esto, a no ser que el diagnóstico de cáncer de próstata se produzca en una revisión rutinaria con el objetivo de la prevención de este problema sin que haya ningún síntoma asociado, es conveniente prestar atención a los síntomas más importantes del cáncer de próstata que, si aparecen, pueden indicar una enfermedad en estadios más avanzados:

  • Presencia de sangre en la orina o en el líquido seminal.
  • Necesidad de orinar a todas horas y de forma urgente, incluso en momentos tan poco frecuentes como en mitad de la noche.
  • Pérdida de potencia de chorro al miccionar, así como sentir que la vejiga nunca llega a vaciarse del todo.
  • También es frecuente que aparezcan problemas de erección.
  • Aunque es menos frecuente, el aumento de tamaño de la próstata puede provocar molestias cuando el paciente se sienta.
  • La pérdida de control sobre los esfínteres (aparición de incontinencia) y la debilidad o el adormecimiento en las piernas pueden ser también signos de adenocarcinoma de próstata avanzado.
  • Asimismo, aunque no suele darse, es posible que al orinar aparezcan dolor o sensación de ardor.

No tienen por qué darse todos estos síntomas, es posible que no se dé ninguno. Además, algunos de ellos podrían corresponderse con otro tipo de afecciones, pero lo más conveniente es que un especialista en cáncer de próstata los valore y descarte cualquier tipo de problema.

Principales factores de riesgo

Entre los principales factores de riesgo del cáncer de próstata, sus principales causas, encontramos la edad del paciente, el hecho de tener antecedentes familiares con este tipo de enfermedad de la próstata o motivos raciales.

  • No es habitual que el cáncer de próstata aparezca en hombres de menos de 40 años, pero tampoco es descartable. Además, a partir de los 50 años es recomendable realizarse la prueba PSA (Antígeno Prostático Específico), que se mide con una simple analítica de sangre. A mayor edad, mayores posibilidades existen de sufrir un adenocarcinoma de próstata.
  • En caso de que algún familiar directo haya sufrido esta enfermedad de la próstata anteriormente, el paciente tiene más probabilidades de sufrirla también.
  • La genética también hace que los hombres afroamericanos tengan una mayor tendencia a sufrir cáncer de próstata.

Formas de identificar un cáncer de próstata

El cribado individual o colectivo, esto es, la conciencia de revisiones urológicas en el varón a partir de los 45 años sin que haya síntomas urinarios asociados es la mejor medida para un diagnóstico precoz del cáncer de próstata. Esto se puede hacer, como primera medida, mediante la determinación de PSA en sangre y ocasionalmente un tacto rectal.

Atender a los síntomas del cáncer de próstata es además otra manera de coger a tiempo el problema, pero la única forma de identificar un cáncer de próstata y conseguir un diagnóstico que no deje lugar a dudas es ponerse en manos de un urólogo experto que practique un diagnóstico correcto.

Actualmente disponemos pruebas genéticas y moleculares que permiten mejorar la prientación diagnóstica del cáncer de próstata. Además, la resonancia magnética de próstata permite discriminar de manera optimizada no sólo si hay riesgo de cáncer de próstata, sino que además indica el lugar y la probabilidad de ser maligna. La biopsia de próstata es la prueba diagnóstica que consiste en la extracción de tejido prostático para su posterior análisis. La biopsia de próstata puede realizarse desde el interior de la pared del recto o a través del perineo, la piel presente entre el escroto y el ano, y lo normal es que se utilice una aguja hueca y antes se insensibilice la zona con la aplicación de anestesia local. Actualmente se realiza este procedimiento preferentemente con técnicas de fusión de imágenes entre ecografía y resonancia magnética, consiguiendo resultados excelentes.

El proceso de toma de muestras mediante biopsia de próstata dura en torno a 10 minutos y puede en ocasiones producir sangrado en la orina y/o el semen durante los días posteriores. El resultado de esta prueba es concluyente y de certeza, siendo esencial para el diagnóstico correcto de cáncer de próstata.

Formas de prevenir el cáncer de próstata

El cáncer de próstata no puede prevenirse al 100%, ya que hay efectos en el organismo debidos a la edad o la carga genética que son, hoy en día, incontrolables. Ahora bien, existen estudios que indican que lo que sí puede prevenirse en cierto modo es la agresividad y avance de esta enfermedad de la próstata. Dicho de otro modo, existen ciertos hábitos que podrían facilitar que, de sufrir un cáncer de próstata, su progresión y agresividad sea muy inferior. Algunos de estos hábitos son:

  • Mantenerse dentro de unos límites de peso corporal
  • Hacer ejercicio con asiduidad, entre tres y cuatro veces a la semana, aunque sea de intensidad moderada.
  • Conseguir llevar una dieta equilibrada rica en alimentos naturales, con base de frutas y verduras y libre de ultraprocesados.
  • Limitar el consumo de alimentos ricos en calcio o suplementos que busquen este efecto.

La única forma fiable de prevenir los efectos negativos de esta enfermedad de la próstata en el organismo es acudir a revisiones periódicas que permitan un diagnóstico precoz de este tipo de cáncer, que tiene un alto índice de supervivencia si se detecta en etapas tempranas.

¿Cómo se puede tratar el cáncer de próstata?

El tratamiento del cáncer de próstata depende del estadio en el que se haya detectado la enfermedad. En caso de estar localizada aún, tratamientos como la cirugía o la radioterapia ofrecen muy buenos resultados a la hora de erradicar este problema de salud. Sin embargo, si el adenocarcinoma de próstata se ha extendido a otras zonas del organismo, lo mejor es emplear tratamientos sistémicos.

Vía quirúrgica

La vía quirúrgica es la más rápida y la que menos efectos secundarios acarrea al paciente de cáncer de próstata. Existen distintos tipos de tratamiento quirúrgico en función de las necesidades y el momento de evolución del tumor en la próstata:

  • Prostatectomía radical - Se trata de un proceso quirúrgico cuyo objetivo es extirpar la totalidad de la próstata junto a las vesículas seminales. Los inconvenientes de este método es que es invasivo y puede producir ocasionalmente disfunción eréctil e incontinencia urinaria. No obstante, con la aparición de nuevas tecnologías como la cirugía robótica, estos problemas se han minimizado mejorando enormemente la precisión y, por tanto, la eficacia y menores efectos adversos.
  • Cirugía robótica de próstata - La más aconsejable de haber posibilidad de utilizarla. Se trata de un tratamiento mínimamente invasivo que resulta mucho más preciso que la cirugía de próstata tradicional. Esto permite extirpar el tumor afectando en su justa medida a los tejidos sanos con movimientos y acciones mucho más controlados. La precisión es su punto fuerte.

Radioterapia

Este tratamiento contra el cáncer de próstata usa rayos que acaban con las células cancerosas de la glándula prostática. Existen diversos tipos en función de las necesidades del paciente de esta enfermedad de la próstata.

  • De haz externo - Se aplica desde el exterior del cuerpo del paciente.
  • Braquiterapia - Los emisores de rayos se introducen en el cuerpo del paciente para una aplicación más directa.
  • IMRT - Rayos de intensidad modulada que se aplican desde el exterior del organismo con ayuda de imágenes de la próstata en tres dimensiones.
  • Terapia de protones - Tipo de radioterapia que permite una mayor focalización de los rayos sobre la próstata sin afectar a los tejidos circundantes y generando por tanto menos efectos secundarios y de menor gravedad.

Terapias focales

Las terapias focales en el tratamiento del cáncer de próstata son una opción emergente que se utiliza para tratar tumores localizados en una parte específica de la próstata, en lugar de tratar toda la glándula. A diferencia de los enfoques tradicionales, que pueden afectar toda la próstata, las terapias focales se dirigen únicamente a la zona afectada por el cáncer, minimizando el daño al tejido sano circundante y reduciendo los efectos secundarios. Las terapias focales suelen ser menos invasivas que las cirugías completas, lo que significa una recuperación más rápida y menos complicaciones. Dado que las terapias focales preservan el tejido prostático sano, tienden a tener menos efectos secundarios relacionados con la disfunción eréctil y los problemas urinarios, que son comunes con tratamientos más agresivos. No obstante, estas técnicas deben ser muy bien indicadas por urólogos expertos, ya que el cáncer de próstata puede estar avanzado o ser multifocal, motivos que desaconsejarían su uso. Los tipos de terapias focales que se realizan en el Hospital Universitario La Moraleja son:

  • Crioterapia o crioablación: se introducen agujas en la próstata para congelar las células cancerosas. El frío extremo destruye el tejido canceroso sin afectar tanto el tejido sano alrededor. La crioterapia puede ser usada como tratamiento primario o como tratamiento secundario si el cáncer vuelve después de la radioterapia.
  • Terapia con ultrasonido focalizado de alta intensidad (HIFU): el HIFU utiliza ondas de ultrasonido dirigidas de alta energía para destruir el tejido canceroso. El calor generado por las ondas de ultrasonido mata las células cancerosas en la zona afectada. Es una opción común para pacientes con cáncer de próstata en estadios iniciales.
  • Otras terapias experimentales son el láser intersticial (LITT), la electroporación irreversible (IRE), aún consideradas como experimentales.

Vía sistémica

La vía sistémica busca tratar la enfermedad de próstata que se ha extendido a otras zonas del cuerpo con métodos más invasivos, como la quimioterapia, la ADT (terapia de privación androgénica) u otros tratamientos contra el cáncer de próstata en proceso de investigación.

En ciertas ocasiones, la vía sistémica deriva en una solución quirúrgica, la orquiectomía bilateral, que consiste en la extirpación de ambos testículos.

En resumen, el cáncer de próstata es una enfermedad frecuente pero tratable, especialmente cuando se diagnostica a tiempo. La elección del tratamiento debe ser individualizada, y los pacientes deben estar bien informados sobre los beneficios y riesgos de las diversas opciones. Además, es crucial un buen diagnóstico precoz mediante cribado individual o poblacional, así como continuar con el monitoreo, ya sea durante la vigilancia activa o después de los tratamientos más definitivos, para garantizar que el cáncer no progrese o reaparezca.

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