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El laboratorio del Centro de Reproducción Asitida Sanitas Alcobendas recibe el sello de calidad ISO 179007 que garantiza la seguridad y la excelencia.
Un laboratorio de Reproducción Asistida es el lugar donde los especialistas en Medicina Reproductiva replican las condiciones del proceso de fertilización de un óvulo y el posterior desarrollo embrionario que tiene lugar en el sistema reproductor femenino. “Un buen laboratorio es aquel que pone los medios para acercarse a esas condiciones naturales y que, por tanto, minimiza el impacto ambiental de realizar estos procedimientos de fertilización y desarrollo fuera del cuerpo humano. Por eso esta certificación de calidad es tan importante”, explica Aurea García, del Centro de Reproducción Asistida Alcobendas, que acaba de recibir el sello de calidad de acuerdo con la norma internacional ISO 179007, específica para los centros de Medicina Reproductiva.
Los embriones y los gametos (óvulos y espermatozoides) son células muy sensibles a los cambios en las condiciones ambientales que les rodean. Existe numerosa evidencia científica publicada que pone de manifiesto como el desarrollo de los embriones se ve detenido o afectado de forma significativa cuando no se mantienen las condiciones adecuadas. “Trabajamos en un entorno único en el que hasta el último detalle debe estar controlado: localización, temperatura, humedad, controles microbiológicos, calidad del aire, presencia de compuestos orgánicos volátiles… Todos los parámetros deben mantenerse en unos niveles perfectamente predeterminados para que los embriones puedan desarrollarse correctamente”, explica la especialista.
La norma ISO 179007 es una norma de gestión de calidad específica para los laboratorios de Reproducción Asistida que define los recursos tanto de personal como de infraestructuras y parámetros ambientales útiles para mejorar los resultados. “Esta norma no sólo contiene indicadores de calidad que habitualmente se monitorizan en la mayoría de los laboratorios, sino que también incide en los exhaustivos controles de parámetros ambientales en todo lo que se emplea en el laboratorio; también pone el acento en los controles de mantenimiento de los distintos equipos a fin de asegurar el correcto funcionamiento de todos ellos y ser capaces de anticipar cualquier imprevisto que pudiera afectar al tratamiento”.
Estas exigencias tienen sentido porque la tecnología es un factor crítico para la precisión clínica. “Sin duda. La mayor parte del tiempo que los embriones pasan en el laboratorio se encuentran en el interior de un incubador que imita las condiciones del útero materno. En nuestro caso, hemos optado por unos equipo time-lapse que nos permiten observar la evolución de los embriones sin necesidad de extraerlos de ese entorno seguro para su evaluación”, señala la experta. Estos equipos realizan fotos a los embriones cada 10 minutos para monitorizar todo su desarrollo. “Es una muestra de cómo la tecnología ha avanzado en los últimos años y nos ha ayudado a mejorar los resultados de los tratamientos. De hecho, la mayor parte de los avances tecnológicos se han centrado en optimizar el trabajo en los laboratorios para aumentar la precisión y la seguridad en todos los procesos. En ese sentido, la introducción de tecnología láser para realizar biopsias embrionarias nos ha permitido avanzar de un modo muy importante en el estudio genético de los embriones, lo que ha minimizado el riesgo de aborto”.
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